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Al carajo los buenos modales: Sobre la crítica y la Orquesta El Macabeo

14/10/2013 by Alfredo

La crítica es amiga de nadie. Frecuentemente llega a la fiesta sin invitación, de mal humor y muy dispuesta a aguarle la noche a quien le preste un oído. Otras veces se presenta sólo por cumplir, sin hacer un mínimo esfuerzo de ocultar su cara de aburrimiento (esta crítica no se quiere ni a sí misma y termina muy a menudo publicada en nuestros periódicos). Además existe la crítica que disfruta de socializar, paseándose libremente entre invitados y homenajeados, bailando con todas y todos. Puede que haya tomado en exceso alguna vez, para despertar habiendo olvidado o queriendo olvidar lo acontecido.

Sea cual sea su disposición, la crítica busca pertenecer, y sueña con el día en que podrá montar su propia fiesta. Pero no se equivoquen, la crítica no es amiga de nadie. Ni pide permiso, ni pide perdón – y en su bolsillo carga en todo momento con una navaja, en caso de que tenga que defenderse.

Por eso, de entrada me estuvo curiosa la crítica sobre la Orquesta El Macabeo publicada el pasado viernes, 11 de octubre, en el portal de 80grados: “Salsa con ketchup”. “Me voy a tirar al medio”, comienza el ensayo por Monxo López, “así que hablemos como hermanos y hermanas, de buena fe”. Sin miedo, hermano, que queremos escucharle.

Por “tirarse al medio”, Monxo querrá decir que se atreve a compartir lo que asume es una opinión poco popular sobre El Macabeo – quizás más aún entre lectores del medio para el cual escribe (y no dudaría que de éste también). En fin, que no le gusta la orquesta y no entiende a la gente que sí. Una opinión muy justa, sensible y bienvenida, que no debe sorprender ni alertar a nadie. Yo no entiendo muchas cosas y jamás entenderé más aún, entre éstas, la carrera profesional de Rubén Sánchez, el modelo de negocios de Bumbia.com y la importancia de ir a misa los domingos. Existen para otros, pero de sentir la necesidad de expresar mis opiniones en contra de alguna de ellas, me preocuparía en tener mis pensamientos en orden para poder defender mis argumentos y sustentarlos. ¿Será que Monxo habrá olvidado “afilar su cuchilla” antes?

A ver. Según explica en su ensayo, le concede a la banda dos puntos: la voz de su cantante, Luis de la Rosa, aunque desafine y no sepa “cuándo desocupar su espacio”; y la valentía del grupo a imponerse a pesar de no tocar bien salsa. ¿Y cómo se toca bien? Aquí es que yace uno de los problemas centrales de la argumentación de Monxo. Nos provee una explicación “técnico-musical” sobre la deficiencia del grupo, que a su estima “empieza y termina” con el bajo: “si el bajo no se baja a las catacumbas cocolísticas, el grifo del saoco no se abre”. Y sí, eso suena bien nítido, pero al final del día significa muy poco. Más efectivo hubiese sido el señalar algunos pasajes musicales específicos que demuestren esta supuesta deficiencia “bajística”, seguido por una comparación al ejemplo de otros grupos, preferiblemente contemporáneos al Macabeo. Tú sabes, por aquello de sacarle filo a la punta.

De todas maneras una mejor explicación no resolvería el asunto de “cómo se toca bien” – ya sea salsa o cualquier otra música (escucho ecos de guitarristas virtuosos frustrados con el estilo y éxito de Kurt Cobain). Es uno de esos asuntos que simplemente no tienen resolución, como: ¿Qué es arte? ¿Qué es “buena” música?, etc. Más bien se trata de una postura personal que busca nublar el juicio propio de los menos seguros con ínfulas de objetividad.

Habiendo resuelto en su mente el problema musical del Macabeo, Monxo intenta descifrar la razón detrás de su popularidad. Ésta la entiende como un producto del apoyo que recibe el grupo de parte de una clase social “de urbanización”, de “un influyente grupo de inteligentes that should know better” y – al menos allá en Nueva York – de un “grupo de coquís creativos (¿yuppies-to-be?), casi todos residentes en el Brooklyn burgués”. Vaya reducciones problemáticas… Las preguntas inmediatas que surgen: ¿Quiénes son estos seres inteligentes, ahora equivocados, y en qué esferas hacen sentir su influencia? ¿En qué urbanizaciones viven? ¿Qué es un coquí creativo? Si el autor conoce bien las contestaciones, no se molestó en compartirlas con sus lectores.

Encima hay señalamientos de corte racial que terminan siendo racistas (y probablemente sin haberse dado cuenta, insensibles hacia la mujer). Aquí me refiero al planteamiento de que a la banda le ha ido bien en los círculos “indie” por tratarse de caras “blancas”. Según Monxo, igual se le hizo fácil a grupos como Yeah Yeah Yeahs y Chvrches imponerse en la escena indie internacional sobre grupos como el Dirty Dozen Brass Band o Viento de Agua. Y aquí no sé ni por dónde empezar…

Mencionaré que ambos los Yeah Yeah Yeahs y Chvrches son lideradas por mujeres (habrá que preguntarles cuán fácil ha sido el tramo). Que la primera de éstas, Karen O, es mitad koreana y mitad polaca; y que la segunda recientemente describió en un ensayo el abuso que recibe a diario a través del Internet. Añadiré que Chvrches está compuesta además por músicos de carrera con más de una década de experiencia cada uno en otros proyectos. Que ambos grupos han sacado sus discos con grandes disqueras multinacionales. Que igual éxito han logrado grupos de “caras negras” como Alabama Shakes, Block Party, Death Grips y TV on the Radio. Y me atrevo a adivinar que ni Viento de Agua ni el Dirty Dozen (aunque hayan tocado con Modest Mouse) se consideran parte del mismo circuito. De esta crítica confusa lo que puedo concluir es que si bien los temas raciales merecen de nuestra atención y discusión, debemos de ser más responsables, exigentes y serios con nuestros discursos.

Más clara queda la disposición de Monxo a ignorar la esencia y realidad del Macabeo – por más simple y cercana a sus propios argumentos: Porque si aceptamos el hecho que entre los miembros de la orquesta hay varios músicos de la escena del punk puertorriqueño, género en donde “el no saber tocar bien no es impedimento para entarimarse y grabar”; y si es verdad también que en la salsa “no se vale el no saber o no poder tocar salsa”; entonces hace perfecto sentido que sea un corillo de punkos los que se atrevan a grabar y tocar salsa en tarima “sin hacerlo bien”. Y si el punk encontró su público hace décadas y sigue encontrando nuevas audiencias – con todo y que no se “toca bien” – entonces nada habrá de impedírselo al Macabeo. Ahora díganme, ¿qué queda por entender?

Las preguntas más interesantes que se desprenden del ensayo son menos imponentes y pedantes para con la música, sus géneros, y las preferencias de aquellos que la practican o la disfrutan: ¿quiénes no entienden al Macabeo? y ¿por qué no pueden o quieren entender? Monxo nos ha dado algunas pistas a través de su ensayo crítico – más “crítico” por condición que por contenido. Un ensayo plagado de inconsistencias y discursos dobles, que “no pretende una oposición entre generaciones” pero se posiciona desde el principio precisamente como eso. Un ensayo condescendiente con la audiencia del Macabeo – y peor aún – con el lector; y que pretende excusar la superficialidad del pensamiento con buenos modales.

O para parafrasear al autor: Aquí la pregunta social-lógica es por qué un ensayo crítico que no funciona al nivel más elemental se ha publicado en un influyente medio moderado por profesionales y académicos that should know better.

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Alfredo

Empresario, escritor, productor y diseñador radicado en San Juan, Puerto Rico. Fundador y Editor-en-jefe de Puerto Rico Indie. Si tuviese que vivir por el resto de su vida escuchando solamente cinco discos, en estos momentos seleccionaría: "Fabulosos Calavera" de Los Fabulosos Cadillacs, "Girlfriend" de Matthew Sweet, "Marquee Moon" de Television, "Lateralus" de Tool y "Staring At The Sea" de The Cure.

Archivado en: Featured, Música, Opinión, Puerto Rico Tags: 80grados, Orquesta El Macabeo, Salsa

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